En la contabilidad, las pérdidas deben tenerse en cuenta incluso si son incipientes pero aún no son exigibles. Los beneficios, en cambio, sólo pueden declararse cuando se han recibido como pago. Así, los beneficios y las pérdidas se tratan de forma desigual -en latín: IMPAR- por razones de prudencia. El principio de imparcialidad es vinculante para la contabilidad de las instituciones y su aplicación es controlada en consecuencia por los auditores. – El principio de imparcialidad se subdivide a menudo en el – principio del menor coste del mercado, según el cual los deterioros de los activos deben anticiparse mediante la depreciación, y – principio de precaución, según el cual deben constituirse provisiones para pérdidas inminentes y para pasivos inciertos. – Véase pérdida contingente, NIC 39, pérdida prevista.

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El profesor universitario Dr. Gerhard Merk, Dipl.rer.pol., Dipl.rer.oec.
El profesor Dr. Eckehard Krah, Dipl.rer.pol.
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